viernes, 26 de abril de 2013

Dr. Deivid & Herr Hide


*Relacionado con La Mesa y Té Tuareg

-Pase por aquí- La señorita cerró la puerta y lo dejó en la habitación de azulejos blancos que chapaban las paredes. Limpios, impecables, al menos esa es la impresión que daban. Numerosos percheros de madera salpicaban la pared, al menos dos docenas pudo contar. Un banquillo de madera, se alineaba bajo la constelación de percheros.

-(¿Me siento o espero de pie?)- El suelo, con planchas grises, daba perfecta función a lo que se esperaba de él, que no resbalase.
-(Sentado voy a parecer un colegial esperando en la puerta del director)- Del techo colgaban tubos fluorescentes. Ahora, que estaba él solo, sólo estaba encendida una de las cuatro fases. Seguro que todos juntos daban buena luz.
Ahora que se fijó mejor, justo encima de la línea de percheros, la pared no estaba tan limpia. No es que estuviese sucia, pero los azulejos brillaban con un tono opaco en lugar del blanco níveo del resto de la estancia.
-(Che!, pues me siento)- a su izquierda, detrás de la baja pared donde no había percheros, se oía un grifo que goteaba.
Allí en el silencio de la soledad, se dio cuenta que no era uno solo el grifo que goteaba, tic, tic, por lo menos eran dos, si no estabas callado, podrías pensar que era uno, pero los tic eran diferentes al caer.

-Nain, no suba la puja!!!-Ahora que prestaba atención, al fondo de la habitación, se escuchaba de lejos, una voz-Jugadorrres como ese, sientos en merrrcaden, ja?!
(Parece que donde acaban las perchas hay una puerta. Dará a un despacho)
-Clin!!!- el sonido del teléfono al caer sobre la consola, denotaba que el interlocutor lo había dejado con fuerza.
Una sombra avanzó hacia la puerta del fondo del vestuario.
-Ja?! Usted debe serrr el nuevo doktorrr del equipo!
-Hola buenos dias, Doctordeivid, señor.
-Ja?! Maister, le estabamos esperrrando-Como suele ocurrir con los centroeuropeos, el tono de voz, no tenía nada que ver con su lenguaje corporal.
El rostro, anguloso, enmarcaba una expresión seria, afable, lampiña, hasta en el cuero cabelludo, la tez ligeramente morena, hablaba de una persona que pasaba mucho tiempo al aire libre. El joven doctor interpretó que estaba ante una persona seria y determinada.

-Bien, ja?!, porrr corrrreo electrrronico ya le comuniqué lo que se esperrraba de usted, diagnostico de posibles futurrras lesiones de los jugadorrres. La prrrevension es la clave de una plantilla corrrta!Oh! Doktor, que poca educasion la mia, Zofem, Klaus Zofem, dirrrektorrr managerrr del club.

***

La cosa funcionaba.
La temporada empezó bien,  el grupo parecía más sencillo de lo esperado.
Los jugadores podían jugar relajados más encuentros de lo habitual y el análisis de tratamiento de prevención, en colaboración con los fisios, era fácil.

Hacía poco tiempo que se había formado un nuevo club en la ciudad Athletic Carabassím "Los Gaferos". Las directivas de ambos clubs pactaban derbis amistosos que casi siempre, acababan con victoria del club del  joven doctor.
En pocos días, tras terminar la Liga, jugarían un nuevo amistoso.
Herr Zofem dio la orden de salir con suplentes, pero no muchos, ya que había que mantener la supremacía de Herrdoktor como equipo hegemónico de la ciudad.
-Tratamiento base normal, vitaminas y mucho liquido, a las 12.30 existe riesgo de deshidratación.-
La cosa no fue como el conjunto visitante esperaba, Carabassí estaba usando nuevas tácticas, delantero defensivo y nuevas adquisiciones.


martes, 23 de abril de 2013

La Ridícula Idea De No Volver A Verte

*Relacionado con Siberia

Las piedras gruñían debajo de ellos. A cada paso, los crujidos del camino, amortiguaban el silencio de las ramas, solamente roto por la suela de sus zapatos.

-¿De verdad te apetece?
-.

Las cortas sombras jugaban a arrancar destellos de su melena, en una desordenada acuarela de tonos pajizos y bronces.

-¿Pero donde es?- preguntó ella. Él señaló con el dedo detrás de los árboles. Le pasó una mano por detrás de su chaqueta tweed de LloYd´s animando a su espalda a continuar hacia la casetas de madera que se escabullían detrás de los troncos de unas acacias.

-¿Qué se supone que vamos a ver aquí?- su pie resbaló con un guijarro del camino- ¡Jolín! Y yo con tacones-. Marc le sujetó por la cintura.
-Pensé que te gustaría ir a la Feria- le sonrió él.

Unas casetas de madera blanca se alineaban a ambos lados del camino de tierra pisada, aún húmeda por la primavera. Allí donde las siluetas de las copas de los árboles no llegaban a abrazar las parcelas del terreno, se podía ver a parejas y grupos de amigos, tumbados en el césped, disfrutando de la digestión, remoloneando a la tarde que comenzaba, rendidos al  cálido baño de los rayos del sol.
Algunas casetas, madrugadoras, ya habían levantado sus toldos de madera anunciando a los visitantes que daban por comenzada la jornada vespertina.
El reluciente brillo de una calva, que iba acompañado al brazo de un cardado tintado de rojo, se demoraba por los primeros puestos, ojeando con parsimonia cada uno de los ejemplares expuestos, preguntando a una aburrida barba descuidada, mientras señalaba el que tenía más a mano.

-No sé qué es lo que se supone que hemos venido a ver aquí- gruñó ella.
-Sonia, a mi me gusta bucear en los estantes por ver las novedades. Además, a veces encuentras algún ejemplar que falta de una colección o algún título de un autor que es difícil de encontrar- explicó Marc- me gusta venir y respirar el olor a celulosa y manosear el papel barato y sin tintar de los libros de bolsillo. Es muy probable que en unos años, ya no existan los libros de papel.

-¿Por dónde empezamos?- Sonya le regaló una mueca burlona.
-Si quieres vamos a las firmas científicas por si quieres ver algún libro de fotografías de bilogía.
-Jolín, ¿Qué quieres, que me vaya ya?- se quejó Sonya. El camino, más transitado, libre de pequeños cantos, hacía más estable su caminar.
-Vamos a ver si viene algún escritor esta tarde y hay firma de libros- propuso Marc- compramos un ejemplar y que nos lo dedique.
-Eres un friki- sus pasos les dirigían a una caseta que estaba abriendo en ese momento su portón.

martes, 16 de abril de 2013

Té Tuareg

*Relacionado con El Regalo y Siberia

El eco de sus tacones retumbaba en el portal.
Al llegar a la puerta de metal, pulsó para llamar al ascensor. Se iluminó el triángulo con la flecha hacia abajo.
El suelo de goma del habitáculo amortiguó el sonido de sus zapatos. Admiró a una chica de tez nívea y labios carnosos y rosados que se arrullaba en un abrigo de Max Mara que le devolvía una mirada azul. Presionó el número cuatro.
Al llegar al rellano de la cuarta planta, dirigió sus pasos a la puerta numero dos.

-Hola ¿Qué tal estas?
-Hola- susurró ella antes de darle un corto beso en los labios.
-Pasa- Marc le cogió el abrigo que le ofrecía ella y la guió al estudio-biblioteca- ¿Qué tal el vuelo?
-Otro vuelo, para mí es tan entretenido como pintarme las uñas.

Sonya observó la habitación, dirigió sus pasos al escritorio que hacía las veces de despacho y se sentó encima de la mesa con las piernas cruzadas.
-Así que este es tu sancta sanctorum- seis estanterías Billy blancas en ele abarrotadas de libros ocupaban la mitad de las paredes. Un sillón relax de piel chocolate y dos sillas de escritorio, eran el resto del mobiliario,
-¿A qué hora llega tu amigo?
-Estará al llegar- dijo Marc-. Mira- cogió una bolsa de plástico transparente que contenía unas madejas vegetales color verde. Sonya le preguntó con la mirada- es té verde Tuareg. Me lo ha traido mi tío Paco del Sahara.
-¿Dónde está esa tienda?
-No, del Sahara, Sahara- sonrió Marc-. Mi tío Paco es el aventurero de la familia. La primera vez que fue al Sahara, fue en los ochenta con un Simca mil. Le dio por meterse en el desierto y apareció en un pueblo de mala muerte, se quedó encantado. Al año siguiente compró un Land Rover y lo llenó de material escolar y ropa para regalárselo a los niños y gente de allí. Fue con otro chico que es farmacéutico. Hicieron un tour ellos solos en plan aventura cambiando lo que llevaban a cambio de hospitalidad en diferentes aldeas.



Sonya le miró con mala cara.
-Sí, yo tampoco tendría estómago para viajar así, pero la verdad es que te hace soñar cuando venía con las diapositivas y te contaba cómo vivía la gente- Marc se sentó en el sillón relax-. El caso es que en uno de los trayectos por el desierto, el Land Rover se rompió y se quedaron tirados. Bebieron hasta el agua del radiador. Tuvieron la suerte de que les encontró una caravana de Tuareg que los acogieron. Parece ser que tienen la costumbre de, si le salvan la vida a alguien en el desierto, adoptarlos como uno más de la caravana. El que los encontró primero, los acogió como miembros adoptivos de su familia.
-Jolín ¡Vaya historia!
-Ahora ya no va todos los años, pero fue en Octubre y me ha dado este té y me ha explicado cómo se prepara, porque tiene un ritual para sacar toda la esencia a la hoja del té- sonó el timbre del interfono-. Ese debe ser Doc.

martes, 9 de abril de 2013

Sushi Para Tres


* Continuación de Denia y El Día Después

No paraba de pulsar el móvil. Apuntaba a la televisión con el teléfono y volvía a mirar la pantalla táctil.
-Aaayyy- volvió a concentrarse en las instrucciones que tenía abiertas en el  Vaio.
El pitido del interfono le sobresaltó. Fue corriendo desde el sofá y oprimió el pulsador azul del interfono.
-¡Sube!- dejó la puerta de la casa abierta y volvió a pelearse con la televisión que se había quedado sin volumen.

-¿Hola que tal estás?- saludó él.
Ella no contestó, seguía mirando su Xperia y la pantalla del portátil y movía los labios rezándose las instrucciones. De repente se pudo escuchar la sintonía de Anatomía de Grey.
-¡Toma!- exclamó triunfal- Ahora sólo me falta aprender a cambiar de canal.
-¿Qué haces?- preguntó él- ¡Oye! Tele nueva.
-Sí- ella seguía sin mirarle.
Él se acercó por detrás y le tapó los ojos con las manos. Ella se dignó a prestarle una sonrisa y darle su atención.
-Hola- susurró Júlia. Marc esperó unos segundos más, pero ella seguía concentrada en la tarea de programar la app del móvil.

Marc fue a la cocina, abrió la puerta de la nevera y puso al frío la botella que había traído.
-¡La cena está a punto de llegar!- gritó ella desde el salón.
-¿Qué has pedido?- voceó él.
-¿Qué?
Marc se acercó de nuevo al salón.
-Que qué has pedido.
-Para que veas que te cuido, he pedido sushi- Marc le miró sorprendido.
-¿Tú sushi? ¿La señorita si está un poco rojo es que la carne está cruda, ha pedido sushi?- se burló él.
 -Me convenciste con eso que me dijiste que las anchoas y los agrios también son pescado crudo y me gustan- dijo ella dejando de mirar por primera vez el móvil o la televisión. Marc sonrió.



-Júlia, vengo muerto, me he pasado el día en quirófano y después consulta, ¿Me invitas a un café?
-¿A estas horas?- se extrañó ella- En la cocina está la Nespresso ¿sabes cómo funciona?
Marc asintió con la cabeza y se dirigió a la cocina.

Júlia siguió su batalla con la televisión, se quedó mirando un momento la pared, suspiró y se levantó del sofá.
-Yo lo quiero largo e intenso- dijo ella mientras abrazaba a Marc por detrás. Él se giró y se dieron un corto beso.
-¿Quieres un café?
-No me refiero al café- esta vez el beso largo y apasionado fue interrumpido por el timbre del interfono. 
Se dirigió por segunda vez esa noche al interfono y abrió la puerta del portal. Volvió a abrazarse a Marc, puso cara de niña traviesa- Tampoco me refería al beso- le susurró al oído.

viernes, 5 de abril de 2013

Denia

*Continuación de La Mesa (Segunda Oportunidad)


"Por dentro
donde nadie sabe verte
donde nadie se ha atrevido a entrar
donde dicen que hay peligro de derrumbe
donde a veces siempre duele
donde cuesta respirar"

-Vale, sí que me gusta.
Ella le miró de reojo y le sonrió, volvió a centrar su atención al frente.
El espejo que era el azul del Mediterráneo a esas horas de la mañana, le hizo olvidar lo cansado que estaba después de las horas de viaje.
-¿Cuándo llegamos?- preguntó imitando a un niño pequeño.
-Pronto- respondió ella alargando las oes-. Venga, retiro lo dicho sobre las reglas del coche.
-¿Me dejas poner la música un rato?
-A pesar de ser mi coche, haré una excepción.

Marc pulsó las entradas del equipo de audio y pasó por CD, FM1, FM2 hasta llegar a BT-STREAMING. Desactivó la conexión del Xperia de Júlia y sincronizó su móvil con el Bluetooth de la radio del coche y buscó en su lista de temas.
-¿Qué vas a poner?
-A ver si adivinas.
-A ver, a ver- Júlia arrugó el entrecejo- ¡El Sueño de Morfeo!
Marc le sonrió.
-¡Melendi!- bromeó ella.
-Como sigas insultándome, me bajo del coche.
-¡Bisbal!
-¡Para el coche!
Júlia se desternillaba de risa.
-Apuesto por Los Planetas- Marc le miró de reojo y le sonrió- Pero que no sea nada de malos rollos.
-Confía en mí- dijo él- Además en esta canción sale una parte de ti- los primeros acordes del temas llenaron el habitáculo.


desde antes que amaneciera
estuve esperando en tu puerta
desde las seis de la mañana
esperando a que vinieras”


-Me gusta como huele tu coche- dijo él.
-Es un ambientador que compro por internet- Júlia cambio de marcha- ya no lo noto.
-Pues sí que se nota- Marc tocó el frasquito de cristal que estaba enganchado en el respiradero del salpicadero- Olor a nuevo. Mola.

Marc tarareaba la letra de la canción.
Pensó en lo raro que se sentía viajando de copiloto en el coche de ella. Le gustaba su Audi A3 , por dentro tenía acabados en piel beige y rojo, a juego con el bermellón de la carrocería.
-¿Y cuando se supone que salgo yo?- preguntó ella.
-No sales tú, sale una parte de ti- Marc subió un poco el volumen-.  Ahora.

“no la he podido olvidar
que desde el momento en que la vi
no he pensado en nadie más

miro la luna
que se refleja
en sus ojos verdes
cuarto creciente”


Júlia le sonrió.
-La pena es que casi no se le entiende.
-¿Te gusta?
-Que sí, pesado- dijo ella sonriendo.
-¿Pesado yo?- dijo él- ¿Cuándo llegamos?

martes, 2 de abril de 2013

El Día Después

*Continuación de Segundo Premio

-(¡La puta!)- retumbó en su cabeza.

Creyó abrir los ojos, pero no pudo asegurarlo, todo lo percibía en un negro carbón.
Estiró el brazo buscando la lamparilla de la mesita de noche. Tanteó en el aire y no encontró nada. Se tumbó sobre ese costado y se estiró más pensando que así alcanzaría la luz de su mesita, pero siguió encontrando el vacío más absoluto.
-(¡Joder! ¿Donde está la puta mesita?)

Decidió que se incorporaría en la cama y así la buscaría mejor.
Se sentó en el borde del colchón y en las tinieblas, siguió buscando una mesa que no quería dejarse encontrar.
Pensó que se tendría que poner en pie.
Cuando dio el primer paso, topó con la pared.
-(¡La puta! ¿Qué hace aquí una pared?)

Ahora que estaba de pie, pudo ver una rendija de luz que se colaba por debajo de lo que parecía una puerta.
En su mente algo le dijo que la puerta de su cuarto no debería estar ahí, pero era lo único que le alejaba del terciopelo negro de la estancia.


  Palpó lo que parecía una puerta de madera y encontró el pomo. Al abrir, un cañón de luz le hizo daño al esfínter de su iris. Cuando pudo habituarse, encontró el interruptor de la luz.
-(¡La puta! ¿Donde estoy?)
La habitación le era totalmente desconocida. Esto le asustó un poco. No sabía donde estaba, qué hacía en aquel lugar, ni cómo había llegado allí.

Se sentó en la cama y meditó unos instantes. Seguía sin recordar. Sabía que anoche había quedado para cenar con unos amigos, pero no recordaba con quién.
Se rascó la piel reseca de los muslos, entonces tomó consciencia de que iba desnuda de cintura para abajo.