viernes, 5 de abril de 2013

Denia

*Continuación de La Mesa (Segunda Oportunidad)


"Por dentro
donde nadie sabe verte
donde nadie se ha atrevido a entrar
donde dicen que hay peligro de derrumbe
donde a veces siempre duele
donde cuesta respirar"

-Vale, sí que me gusta.
Ella le miró de reojo y le sonrió, volvió a centrar su atención al frente.
El espejo que era el azul del Mediterráneo a esas horas de la mañana, le hizo olvidar lo cansado que estaba después de las horas de viaje.
-¿Cuándo llegamos?- preguntó imitando a un niño pequeño.
-Pronto- respondió ella alargando las oes-. Venga, retiro lo dicho sobre las reglas del coche.
-¿Me dejas poner la música un rato?
-A pesar de ser mi coche, haré una excepción.

Marc pulsó las entradas del equipo de audio y pasó por CD, FM1, FM2 hasta llegar a BT-STREAMING. Desactivó la conexión del Xperia de Júlia y sincronizó su móvil con el Bluetooth de la radio del coche y buscó en su lista de temas.
-¿Qué vas a poner?
-A ver si adivinas.
-A ver, a ver- Júlia arrugó el entrecejo- ¡El Sueño de Morfeo!
Marc le sonrió.
-¡Melendi!- bromeó ella.
-Como sigas insultándome, me bajo del coche.
-¡Bisbal!
-¡Para el coche!
Júlia se desternillaba de risa.
-Apuesto por Los Planetas- Marc le miró de reojo y le sonrió- Pero que no sea nada de malos rollos.
-Confía en mí- dijo él- Además en esta canción sale una parte de ti- los primeros acordes del temas llenaron el habitáculo.


desde antes que amaneciera
estuve esperando en tu puerta
desde las seis de la mañana
esperando a que vinieras”


-Me gusta como huele tu coche- dijo él.
-Es un ambientador que compro por internet- Júlia cambio de marcha- ya no lo noto.
-Pues sí que se nota- Marc tocó el frasquito de cristal que estaba enganchado en el respiradero del salpicadero- Olor a nuevo. Mola.

Marc tarareaba la letra de la canción.
Pensó en lo raro que se sentía viajando de copiloto en el coche de ella. Le gustaba su Audi A3 , por dentro tenía acabados en piel beige y rojo, a juego con el bermellón de la carrocería.
-¿Y cuando se supone que salgo yo?- preguntó ella.
-No sales tú, sale una parte de ti- Marc subió un poco el volumen-.  Ahora.

“no la he podido olvidar
que desde el momento en que la vi
no he pensado en nadie más

miro la luna
que se refleja
en sus ojos verdes
cuarto creciente”


Júlia le sonrió.
-La pena es que casi no se le entiende.
-¿Te gusta?
-Que sí, pesado- dijo ella sonriendo.
-¿Pesado yo?- dijo él- ¿Cuándo llegamos?


***
El Audi abandonó la autopista y enfiló la carretera nacional. Júlia iba muy concentrada en la conducción, los virajes de la carretera le hacía cambiar de marcha muy a menudo.
El Tom Tom  cantaba la dirección a seguir en cada cruce.
-No sé cómo a nadie se le ha ocurrido convencer a Luis Moya para que preste su voz para el GPS del coche- pensó Marc en voz alta.
-Sí que está disponible para el Tom Tom- Júlia metió tercera.
Júlia continúo unos metros más y enfiló hacia una avenida que terminaba debajo de un cartel que anunciaba Hotel Marriott La Sella.

Se registraron en recepción y les acompañaron a la habitación 214.

-No está mal la choza que has elegido para la escapada- concedió él dejando las maletas a los pies de la cama.
-No soy torpe del todo- dijo Júlia y le lanzó un almohadón a la cabeza a Marc.
-O te portas bien- amenazó Marc- o se acabó lo que se daba- mientras hacía como que cogía otra vez las maletas.
-¡Oh! No se enfade usted señor sacaojos- se excusó ella con una sonrisa picarona.
-Tengo que ir un momento al baño.

Marc entró al aseo. Cuando salió Júlia ya se había quitado la camiseta de Miss Sixty . Evidentemente, no llevaba gran cosa debajo. Su falda se deslizó a lo largo de sus piernas y, en un abrir y cerrar de ojos, hizo volar por los aires sus bailarinas. Se tendió sobre la colcha completamente desnuda.
Marc debió de poner cara de estúpido, porque Júlia se rió de buena gana.

Marc cogió el almohadón que estaba tirado en el suelo y se lo tiró a Júlia a la cara. Cuando ella se tapó para recibir el golpe, él saltó a la cama y comenzó a hacerle cosquillas. Júlia se revolvía como una lagartija entre carcajadas. Lucharon como salvajes, él aún vestido y ella desnuda como una niña, tersa como un albaricoque. Cuando Júlia consiguió ponerse encima de Marc, fue evidente que ella sabía mucho más que una niña. Le desabrochó los pantalones a Marc y se los bajó lo suficiente de forma que quedó claro que él no estaba pensando en hacerle más cosquillas. Los dedos de Marc sentían una espalda, lisa, llena de pecas pelirrojas y, más abajo, su trasero, firme como un melocotón. Marc la abrazó y la hizo rodar hasta quedar encima de ella. No duraron ni quince minutos.
La habitación estaba llena con la respiración acelerada de los dos. Marc se acostó al lado de Júlia.
-¿Esto es lo que nos espera el fin de semana que has organizado en Denia?- dijo él con la voz entrecortada.
-Esto sólo ha sido el aperitivo- replicó ella entre risas.
Saltó de la cama y, imitando un pase de modelos, se dirigió al cuarto de baño.

***
-¿Me tiene que sonar el sitio?- preguntó él.
-¿No me dijiste que veías los Tróspidos?
-Bueno sí, pero no me acuerdo de que saliese. Tampoco lo vi todo, sólo al final.
-Lo miré por internet y ponía que La Seu era uno de los restaurantes más de moda en Denia.

Decidieron pedir un menú degustación y un arroz abanda y un meloso de bonito con calabaza para poder compartir los platos.
Cuando ya estaban en los postres, comenzó el espectáculo.

El jefe de sala, se dirigió a la mesa que estaba pegada a la de Júlia y Marc. Dejó unas botellas de ginebra, unas tónicas y unos vasos con trozos de hielo encima de la mesa. Le acercaron una espada tipo medieval y apoyó la punta de la misma en el borde del vaso, cogió la botella de ginebra y vertió el licor sobre la hoja de la espada. La ginebra manó hasta el vaso. A continuación, hizo lo propio con la tónica, en el último momento, justo cuando se iba a llenar la copa, el espadachín, inclinó la espada y la clavó en el hielo con un golpe seco.
Los comensales comenzaron a aplaudir.
Marc estaba girado en la silla, porque la mesa donde se desarrollaba el espectáculo, quedaba a su espalda. Cuando comenzaron a preparan el segundo gin-tonic, se giró hacia Júlia.

-Es una pasada- dijo ella.
-Sí ¿Verdad?- le sonrió él- No recuerdo haberlo visto en el programa.
-¿Quieres que pidamos luego uno?- propuso ella.
-Bueno, soy más de ron, pero así podremos contárselo algún día a…¡Joder!
No terminó la frase, escuchó un golpe como de un vidrio que estallaba y sintió en la espalda un líquido frío que le empapaba la espalda.

-¡Perdón, perdón, perdón!- el jefe de sala estaba a su lado con la cara descompuesta, cogió la servilleta de Marc y comenzó a secarle la espaldera de la camisa que estaba empapada de ginebra- ¡Perdón!
-No pasa nada- dijo Marc mientras trataba de quitarse de encima el sobeteo de la servilleta. Miró a Júlia que se tapaba la cara y temblaba en convulsiones. Ella no pudo resistirse más y empezó a soltar carcajadas- No se preocupe- dijo Marc mientras miraba a Júlia con ojos de cuchillo.
El jefe de sala, miraba a Júlia con cara de circunstancias y sin saber cómo disculparse aún.
-No te preocupes- acertó a decir Júlia desde su hilaridad- Nos invitas a un par de gin-tonics y te perdonamos.
-Por su puesto- dijo el jefe de sala- termino con estos señores y ahora les preparo unos.

-Serás cabrona- dijo Marc- vaya pestazo a borracho barriobajero que llevo encima.
-Eau de Gin- bromeó ella al tiempo que olfateaba el aire- seguro que triunfaría. No te preocupes que con lo siguiente que he preparado, se te va a secar la camisa.

***
-Lo único que no me gusta, es el olor a gasóleo mezclado con el de agua de mar corrompida.

Paseaban por el muelle del puerto deportivo.
-¿Te gustan los barcos?- preguntó ella.
-Me gustan lo mismo que me gustan las motos de nieve- dijo él- son bonitas, pero es poco útil tener una.
-Mi padre tiene un barco- dijo ella.
-¿Y lo usa mucho?
-Hombre mucho... Casi todos los fines de semana y, en verano, cuando aún vivía en casa, casi todos los días salíamos a dar una vuelta por la bahía, mi hermano y yo hacíamos de grumete.
-Mi primo tiene un barco- dijo Marc- Fui una vez de vacaciones con unos amigos y sus cuñados a Ibiza.
-¡Que pasada!¿No?- exclamó ella.
- Pues la verdad es que unas vacaciones en un barco pequeño, es como un helado de tres chocolates.
Júlia le miró con extrañeza.
-Sí. Cuando no lo has probado, te imaginas que es mejor de lo que resulta en realidad- los dos sonrieron-. Es incómodo, se mueve mucho, las horas pasan lentas, porque no es como un autobús ni un avión, siempre hace viento, con lo que acabas con dolor de cabeza, el agua dulce es preciada, por lo que no te puedes duchar en condiciones y sudas mucho. Vas más bien hecho un guarro. Luego las vacaciones en Ibiza, cuando usas el barco de hotel en el puerto y vas a visitar las calas, sí que es una pasada.

Pasearon un poco más cogidos de la mano jugando a no pisar las rallas del hormigón del suelo y a empujarse para hacer perder el uno al otro.
-Me alegro que no te marees en barco, porque vamos a ver la Puesta de Sol desde el mar.
Se dirigieron al amarre que tenía apuntado Júlia en el Xperia.

-No va  a poder ser con shampan- dijo el patrón del barco- porque sacabao y no madao tiempo a ir a comprar.
-Cuando hice la reserva por internet, ponía que era Puesta de Sol con champagne- protestó Júlia.
-Ya pero es que se macabao- se excusó otra vez el hombre. La verdad es que no le importaba mucho dar explicaciones, no se le veía muy afectado-. Va a tener que ser con sangría.
-¿Con sangría?- Júlia iba a comenzar a discutir, Marc decidió intervenir.
-Júlia, es igual ¿Qué más da?- miró al hombre- Nos hará un precio especial, supongo.
-Ya lo he pagado con la tarjeta online- dijo Júlia con los dientes apretados.
-Bueno, alguna gracia nos hará ¿No?
-Como vais solos, en ves de los dies minutos normales, os doy una vuelta de media hora.
-Conforme- dijo Marc- ¿Conforme?- preguntó mirando a Júlia.
-Que sean tres cuartos de hora- respondió ella.

Marc y Júlia subieron por una tabla estrecha al barco. Se sentaron en unas tumbonas que había en cubierta en la popa.
-La madre que lo parió- murmuró Júlia.
El patrón subió al barco, llevaba en la mano un brick de Sangría Don Simón.
A Marc le dio por reír. Se sentó en la tumbona con Júlia y la abrazó por detrás.
-Ven aquí- dijo entre carcajadas- y dame un beso ¡Organizadora!
-Yo no beso a borrachuzos que apestan a ginebra- bromeó ella.

Con las últimas luces de Poniente, el barco tomó rumbo hacia la bocana del puerto. 
El patrón estaba en el pequeño puente de mando de la embarcación, Marc y Júlia, abrazados, sentían la brisa que despeinaba los bucles del cabello de ella.
-Si no fuese por el ruido del motor, esto sería muy bonito- dijo ella.
-Tú si que eres bonita- dijo Marc- más bonita que un pensamiento
Júlia miró a Marc a los ojos y comenzó a besarle. El patrón paró el motor y dejó la embarcación al pairo.

-Señores, ¿Van a querer la sangría?
-¿No tiene otra cosa?- preguntó ella.
-Abajo tengo una botella de DYC.
-¿No tiene algo que valga más de un euro?- replicó ella.
-La sangría esta bien, gracias- cortó Marc. El patrón bajó a la bodega a preparar las bebidas.
-¿Pero este tipo de qué va?- dijo ella. Marc no paraba de reír. 
El patrón trajo una ensaladera con un líquido color cereza y hielos flotando. La dejó encima de una mesa auxiliar al lado de dos copas de cava.
-Gracias- dijo Marc.
-Bueno, ya que vamos a estar aquí un rato, yo me bajo a ver el fútbol, les dejo aquí solos.

Júlia cogió una copa y se dispuso a llenarla de sangría.
-¿No irás a beber eso?
-Tengo sed- dijo ella.
-¿Tienes claro, que con lo borde que has sido, seguro que ha escupido dentro?- dijo él. Júlia detuvo la acción de llenar la copa y la tiró dentro de la ensaladera. Marc no podía parar de reír.

-Me gusta la excursión que has montado- dijo él y le besó. La rodeó con sus brazos y atrajo su cuerpo hacia sí, sintió sus pechos y sus muslos deliciosamente apretados contra él. Júlia le pasó las manos por la nuca. Le gustaba el sabor de Júlia, el tacto dulce de sus labios que movía como pequeños mordisquitos sobre su boca. Los suaves gemidos que se escapaban de ella.

Júlia abrió la boca y notó su lengua, la calidez de su contacto con la suya era de una intimidad impactante.
Marc bajó la mano y la introdujo por dentro del suéter de ella hasta acariciar su pecho. Notó cómo el pezón se erizaba mientras el jugueteaba a acariciarlo con el dedo pulgar. Ella le recompensó con otro gemido.
-Cómo te pasas- susurró ella con los ojos entreabiertos.

Júlia se dio la vuelta dándole la espalda a Marc, le cogió por la cabeza acariciándole el cabello y atrajo su boca para que le besase el cuello. Marc la abrazó por el vientre.
Ella le tomó la mano y lo guió por dentro de sus jeans y su ropa interior. Él notó la piel ardiente, el suave vello púbico, y la hendidura húmeda. Él se guió a través de los pliegues y comenzó a mover el dedo en pequeños círculos. Sintió cómo ella luchaba por controlarse, se tensaba y se dejaba llevar al placer en movimientos rítmicos entre jadeos ahogados. Ella se agarró con fuerza al cabello de Marc en un abandono total a las sensaciones. Él sintió como ella relajaba la pelvis y los muslos y se dejaba caer. La abrazó más fuerte con la otra mano y retiró la que tenía metida dentro de los pantalones.

Marc y Júlia estaban acostados en cubierta, abrazados, en silencio, disfrutando del simple contacto de sus cuerpos a través de su ropa, degustando el silencio sólo interrumpido por el batir del mar contra el casco del barco, expectantes a la despedida del Sol de ese día.
Un rayo verde dio paso a la noche.

*Continuación de La Mesa (Segunda Oportunidad)
*BSO Mi Rutina Preferida- Miss Caffeina, Una Corona de Estrellas- Los Planetas

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