martes, 2 de abril de 2013

El Día Después

*Continuación de Segundo Premio

-(¡La puta!)- retumbó en su cabeza.

Creyó abrir los ojos, pero no pudo asegurarlo, todo lo percibía en un negro carbón.
Estiró el brazo buscando la lamparilla de la mesita de noche. Tanteó en el aire y no encontró nada. Se tumbó sobre ese costado y se estiró más pensando que así alcanzaría la luz de su mesita, pero siguió encontrando el vacío más absoluto.
-(¡Joder! ¿Donde está la puta mesita?)

Decidió que se incorporaría en la cama y así la buscaría mejor.
Se sentó en el borde del colchón y en las tinieblas, siguió buscando una mesa que no quería dejarse encontrar.
Pensó que se tendría que poner en pie.
Cuando dio el primer paso, topó con la pared.
-(¡La puta! ¿Qué hace aquí una pared?)

Ahora que estaba de pie, pudo ver una rendija de luz que se colaba por debajo de lo que parecía una puerta.
En su mente algo le dijo que la puerta de su cuarto no debería estar ahí, pero era lo único que le alejaba del terciopelo negro de la estancia.


  Palpó lo que parecía una puerta de madera y encontró el pomo. Al abrir, un cañón de luz le hizo daño al esfínter de su iris. Cuando pudo habituarse, encontró el interruptor de la luz.
-(¡La puta! ¿Donde estoy?)
La habitación le era totalmente desconocida. Esto le asustó un poco. No sabía donde estaba, qué hacía en aquel lugar, ni cómo había llegado allí.

Se sentó en la cama y meditó unos instantes. Seguía sin recordar. Sabía que anoche había quedado para cenar con unos amigos, pero no recordaba con quién.
Se rascó la piel reseca de los muslos, entonces tomó consciencia de que iba desnuda de cintura para abajo.


Con la mirada, buscó sus pantalones, no aparecían por ningún lado. Miró en el suelo, creyendo que, tal vez, se los quitase antes de acostarse, pero tampoco los encontró, sólo encontró sus zapatos de tacón.Encima de un sinfonier color cerezo, sí que vio su bolso.
Al levantarse de la cama, las sábanas cayeron al suelo. A los pies de la cama, allí estaban sus braguitas y los pantalones.

Se puso las braguitas, abrió el bolso, sacó un salvaslip y se lo puso.
Se terminó de vestir y decidió salir a ver donde había terminado la noche.

Al atravesar el quicio de la puerta, dio a lo que parecía un salón comedor. Enfrente del cuarto donde había pasado la noche, había otra puerta.
A su izquierda, pudo ver otra puerta entreabierta, un lavabo le indicó que allí debía de estar el cuarto de baño. A su derecha, el salón se estiraba y daba a lo que parecía la puerta principal de la casa.
Una vez que se hubo situado, tomó consciencia de que la casa no le era desconocida y que, después de todo, sabía donde estaba.
Se dirigió a la cocina.

-Bon día Marc.
-Hola Sofía.

Marc estaba mirando la televisión y tomando un zumo.
Un frío silencio siguió a las resacosas palabras que sirvieron para comenzar el día.

-Parece ser que anoche se nos fue un poco de las manos la cena maridaje.
-Sí, un poco- dijo él.
El silencio siguió de nuevo a esas palabras.

-¿Me ofreces un café?- sugirió ella.
Marc abrió un armario de la cocina y comenzó a preparar una jarra con la cafetera americana.
No intercambiaron más palabras, cada cual sumido en sus pensamientos.
Al café le costó salir lo que pareció una vida, aumentada por la falta de conversación.

-Gracias- dijo ella recibiendo la taza de café con leche condensada de las manos de Marc.
Sofía dio un par de sorbos y siguió sumida en sus pensamientos.

-¿Cómo es que terminaste trayéndome al campo a pasar la noche?- preguntó ella.
-No estoy seguro- respondió él. Dio un trago al zumo- El caso es que mi coche no está, supongo que alguien nos traería.
-Ayer debimos de pillarla muy gorda- dijo ella para sí misma.
-- dijo él- anoche vomitaste.
-No lo recuerdo- murmuró Sofía.

-Oye Marc- dijo ella después de una pausa-¿Por qué he amanecido desnuda esta mañana?
Marc le miró inseguro y le devolvió una respuesta en forma de silencio.
Sofía aguardó unos instantes.

-¿Por qué he dormido en tu habitación esta noche?
-Porque después de vomitar te acostaste en mi cama y yo he dormido en la habitación de enfrente.

-Ya- Sofía hizo una pausa- ¿Por qué estaban tus pantalones a los pies de mi cama dentro de las sábanas?
-No estoy seguro.
-¿No estás seguro?
-No.
-¡La puta Marc!- exclamó ella- ¿No estás seguro?- entonó ella imitándole desde una burla.

-No estás seguro...- Sofía arrastró las palabras.
-¿Qué quieres que te diga?
-¡La puta Marc!- gritó ella- Aparezco en tu casa de campo desnuda, no me acuerdo de lo que ha pasado y ¿no estás seguro de lo que ha pasado?
-¿Qué quieres que te diga joder?- dijo él mirando al suelo- Puedo imaginar lo que pasó, pero no me acuerdo.
-¡Venga ya! ¡La puta Marc!- Sofía le miraba negando con la cabeza.
-¿Te acuerdas tú acaso?
Sofía le regaló una mirada de odio.
-¡Vete a la mierda!

Marc respiró hondo.
-A mí esta situación también me supera ¿Sabes?
Ella le miró con desprecio.
-Eres...
-Un momento Sofía no te lances que nos conocemos- dijo Marc mostrándole la plama de la mano, tomó aire- Llevo dos condones encima cuando salgo. Esta mañana seguían sin usar.

Sofía le dedicó una mirada gélida, se frotó las sienes.
-¡La hostia puta Marc!
-A ver- tragó saliva- no estoy seguro de que nos acostásemos anoche, no me acuerdo, pero si lo hicimos, no usamos condón.
-¡Joder Marc!
-¡Joder Sofía! Te garantizo que no me quería acostar contigo, pero si ha pasado, te tendré que decir que lo hicimos sin nada.
-¡Me cago en la puta! ¿Ahora que hago?
-Algo tendremos que hacer.
-¡Joder, joder, eres subnormal!
-No te quito la razón- dijo él-. Pero ahora vamos a centrarnos en lo que tendremos que hacer. Para empezar voy a pedir un puto taxi y que nos baje a la ciudad.

-¿Estás segura de que no tenemos que ir a Urgencias?
-Dijeron que ya no hacía falta, de todas formas preguntamos y ya está.

***
Al otro lado del mostrador, la señora estaba siendo muy amable explicando cómo se tenía que tomar.
-...es mejor que la tomes en casa porque te puede dar mareos y si vomitas, tendréis que venir a por otra.
-Vale. ¿Tengo que ir luego al médico?
-En principio no hace falta, pero yo te recomiendo que si te sienta mal, vayas, porque es una bomba y puede cambiarte el periodo. ¿Alguna duda más?
-Creo que no.
-¿Cuanto le debo?
-Dieciocho con setenta y seis.

Marc sacó la tarjeta de crédito y se la dio a la señora que vestía de blanco.
La farmacéutica metió la cajita de NorLevo en una bolsita de papel y le devolvió la tarjeta a Marc.
-No hacía falta que la pagases tú- le dijo Sofía muy seria.
-Vale- dijo él- ¿Te acompaño a tu casa?
-¿Para qué?
-Por si te mareas. Ha dicho que te podías marear o vomitar.
-No- Sofía comenzó a andar buscando la salida de la farmacia- no quiero que vengas.
Marc calló y la evaluó con la mirada.
-Como quieras, pero si te encuentras mal, haz el favor de ...- no pudo terminar la frase. Se quedó helado.

-¡Eres un hijo de puta!

*Continuación de Segundo Premio
*BSO Fahrenheit 451-Iván Ferreiro

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