martes, 5 de febrero de 2013

Seventy-Five Per Cent Done


-…Según tu historia y por lo que veo aquí, lo podríamos programar para finales de esta semana.
La voz de aquel hombre inspiraba confianza. No era una voz varonil, más bien sonaba a un cálido susurro que llenaba el vacío de la estancia perfectamente insonorizada.

Ella guardó silencio por unos instantes, sorprendida por lo fácil que había resultado todo. Desde que había llegado y había sido registrada hasta este momento, habían pasado unos noventa minutos, un partido de su Boca que tanto amaba y que tan eternos se le hacían en según qué circunstancias, hoy le había pasado volando en un trajín de pasar de un despacho a otro, hasta que al final había terminado hablando con este hombre, serio y muy formal.

Se sentía un poco mareada y con la visión un poco borrosa. Ya le habían advertido que se sentiría así.
A través de la cortina transparente de su mirada, observó la estancia. Las paredes chapadas de madera de cerezo y el piso de gres azulón pulido, no pegaban mucho con el sillón azul con reposabrazos de plástico negro en el que estaba sentada.
-No esperaba que fuese tan sencillo todo-. dijo ella en voz baja- Creía que tendría que esperar alguna semana más.

El hombre le devolvió una sonrisa comprensiva.
-Por mi parte no hay ninguna prisa- cruzó los dedos de las manos para hacer más énfasis en sus palabras- pero una vez que lo tenemos todo listo y si tú lo tienes claro, no hay ningún motivo por mi parte para hacerte esperar.
Ella se le quedó mirando a través de la neblina de sus ojos.
-¿Puedo organizarme la agenda y dar una respuesta en unos días?- preguntó ella para ganar un poco de tiempo.
Él se echó hacia atrás en su silla con ruedas de despacho.
-Por supuesto-. El hombre pulsó una tecla de la consola del teléfono que tenía encima de la mesa del escritorio de cristal- Ariadna por favor, pase a mi despacho.- El hombre se levantó de su silla dando por finalizada la entrevista.
Ella acompañó la acción imitándole.
El hombre estrechó su mano, una mano cálida y firme.

Una chica de unos treinta años entró en la habitación.
-Ariadna, póngase a disposición de la señorita para cualquier duda que pueda tener- dijo mirando a la chica vestida con un conjunto de traje de casaca blanca con ribetes azules y pantalones azul corporativo-. Le vamos a proporcionar un número de contacto, donde podrá llamar para cualquier duda. Ella es Ariadna.
Ha sido un placer conocerla- dijo el hombre acompañándola a la puerta del despacho, dando la reunión por finalizada.
-Igualmente- respondió ella- Gracias por su tiempo.
***

El ancho y largo pasillo terminaba en una puerta doble color acero metalizado con dos ojos de buey como los de los barcos.
El suelo azulón pulido, devolvía el reflejo de las fuentes de luz del techo y las paredes de madera de cerezo.
Las luces daban el ambiente como de una nave espacial y no pegaba mucho con esas paredes chapadas de madera.
Siguió a la chica de pijama azul que le había recibido en recepción treinta y cinco minutos antes.

Hoy había venido con su compañera de piso, a la que le habían dicho que tendría que esperar en una sala con unos sillones color camel con una televisión plana de grandes dimensiones donde se emitía vídeos corporativos de la compañía.

-Pasa por aquí- ordenó la chica que le había llamado en la sala de espera- siéntate en esa silla.
Pasaron a una pequeña sala de un metro y medio de largo por dos de ancho en la que había otra puerta doble igual que por la que habían entrado.
Una vez se hubo sentado, la chica le puso unas telas de celulosa azul con goma cubriéndole las bailarinas que había decidido llevar hoy.
Se fijó en que la chica llevaba en la mano un sobre donde supuso estaría toda la información que tenían de ella.

-Pasa por aquí- dijo la chica abriendo una de las hojas de la puerta gemela de enfrente de la que habían entrado.
Entraron en un pequeño y corto pasillo que daba acceso a una puerta de una sola hoja con el mismo diseño que por la que habían entrado.
La chica abrió esa tercera puerta que daba a un pequeño vestuario.
Había diez o quince taquillas empotradas en la pared con una llave cada una en su correspondiente cerradura.
La chica abrió una de las taquillas.

-Aquí puedes dejar cualquier cosa que lleves en los bolsillos o si te quieres quitar el cárdigan- dijo como aprendido de memoria la chica-. Deja aquí también las gafas y te quedas con la llave.

Cogió un ato de tela de celulosa azul de un montón y otra pieza de la misma tela del tamaño de un folio de papel.
-Ponte esta bata abierta por delante encima de la ropa que te dejes- explicó la chica- y te pones esta cofia en la cabeza y recoges el pelo dentro sin hacer una coleta o moño. Yo vengo enseguida.

Ella empezó a ponerse nerviosa por primera vez desde que había llegado. Cuando se quitó las gafas, una cortina borrosa se le puso delante de los ojos. Todo se convirtió en un mundo desenfocado en el que su sentido principal pasó a ser el oído.
Al momento, escuchó que se habría la puerta del vestuario.
-Te has puesto la bata al revés- dijo la chica en un tono condescendiente de quien ha tenido que explicar lo mismo mil veces- Déjame que te ayude a ponerla bien. Se pone abierta por delante. Abierta por detrás se la ponen los médicos.
La chica repasó que ella llevaba puestas las calzas azules, la bata y la cofia recogía bien el pelo.
-Pasamos a quirófano- informó la auxiliar.

Apenas podía ver nada sin gafas, todo eran sombras de colores desenfocados. La auxiliar la llevó a una mancha salmón grande.
-Siéntate en esta camilla y te tumbas boca arriba- ordenó la auxiliar.
-Vamos a empezar a ponerte gotas de anestésico- explicó a la vez que le cogía de los párpados sin esperar ninguna respuesta y le administró una gota de colirio en cada ojo-. Pica un poco. Deja los ojos cerrados, pica menos.

Ella notó que le escocían mucho los ojos. Los cerró al instante y seguían escociendo, trató de abrirlos y comprobó que escocían más, así que decidió dejarlos cerrados.
-Luego te pongo más gotas- explicó con voz aprendida de memoria la auxiliar- Ahora déjalos cerrados.

En unos momentos, el picor se fue pasando.
Con los ojos cerrados, empezó a ser consciente de los sonidos de la sala.
En realidad estaba en la sala de prequirófano. A lo lejos, empezó a escuchar a gente hablando en un tono distendido y un sonido mecánico como eléctrico. Afinó un poco el oído intentando captar las conversaciones de la sala adyacente.

-¿Entonces podemos pasar?- preguntó una voz femenina- ¿Está todo listo?
-Espera que estoy terminando de calibrar- contestó una voz masculina- Treinta segundos y he terminado.
El sonido eléctrico seguía sonando y de repente cesó.
-Todo listo- dijo la voz masculina- por mí, cuando queráis.

Ella escuchó una puerta que se abría y unos pasos apagados que se acercaban.

-Carla Alejandra Rosso- la voz de la auxiliar hizo una pausa- ¿Eres tú?
-Sí- contestó Carla- soy yo.
-A ver cómo vas- dijo como un latigazo la voz de la auxiliar- Abre los ojos, te voy a poner otra gota- Le administró una gota igual a la anterior- ¿Pica?
-No- respondió Carla.

-Eso es porque ya te ha hecho efecto el anestésico. Vamos a pasar a quirófano- continuó la auxiliar. Cogió a Carla por el codo y le ayudó a levantarse- Es muy fácil ya verás. El Doctor te va a ir diciendo en todo momento lo que tienes que hacer. Verás una luz roja que es donde tienes que mirar. Puedes hablar y contestar a lo que se te diga y decir sí y no- la auxiliar cogió aire y siguió con su discurso- lo que no puedes es asentir con la cabeza. ¿Lo has entendido?
-Sí- respondió Carla moviendo la cabeza de arriba abajo.
-No, eso es lo que no tienes que hacer. Di sólo sí, por favor.
-Sí- dijo otra vez Carla sintiéndose estúpida.

-En quirófano no puedes tocar a nadie que vaya de azul excepto a mí- prosiguió la auxiliar- ¿Correcto?
-Sí- volvió a contestar Carla más segura de lo que estaba en realidad.
La auxiliar le sonrió.
-Ánimo Carla que es más fácil de lo que parece y en diez minutos ya habrás terminado.

-Pasamos a quirófano-. Las tres palabras de la auxiliar hicieron que Carla contuviese el aire unos segundos mientras se dejaba llevar hasta la puerta de ojo de buey que daba acceso al quirófano.

Las sombras de colores difuminadas que eran el quirófano a ojos de Carla, un ruido sordo de sistemas de refrigeración de maquinaria y un frío glacial la recibieron.

-Pasa por aquí- las manos de la auxiliar la guiaron hasta una camilla gris- Acuéstate boca arriba.
Carla se acostó.
-No cruces las piernas- dijo la auxiliar.

-Por favor, abre los ojitos- dijo otra voz. Esta voz era muy dulce y hablaba casi en voz baja. Le puso una gota más en cada ojo- Te he puesto más anestesia. Ahora cierra los ojos cielo.

Carla notó que le estaban pintando las cejas, los párpados y las mejillas con un líquido.
-No abras los ojitos querida que te estoy poniendo betadine. Ahora ya no puedes tocarte la cara. Te voy a tapar con un esparadrapo el ojo izquierdo.

En la cabecera de la camilla, Carla podía escuchar la conversación de dos hombres. Una de las voces le resultaba familiar.

-¿Qué tratamiento sale en el aberrómetro?- era la voz del Doctor que le atendió hacía dos días en consulta.
-Para el ojo derecho (-4.18 -0.28x88 grados). Anillo de 9.50.
Para el ojo izquierdo (-3.75 -0.65x 97 grados). Anillo de 9.50 también-. Contestó una voz de hombre más joven.
-¿Concuerda con el normograma?- preguntó el Doctor.
-Sí. En teoría hipocorrige respecto al convencional. Pero en el seguimiento, no queda graduación con el nuevo logaritmo- respondió la otra voz.

-Carla- dijo la voz del Doctor- Soy el Doctor. Estás debajo del láser.
Te voy a enseñar una luz roja que vas a seguir en todo momento intentando mirar siempre al centro de la luz roja. ¿Estás lista?
-Sí Doctor- confirmó Carla armándose de valor.

-Te voy a poner un plástico para cubrirte la cara y que sólo quede visible el ojo.
Carla notó un plástico sedoso y tibio que le cubría la cara.
-Ahora ábreme el ojo derecho y no hagas fuerza con los párpados. Te voy a poner un aparato de metal para que no puedas cerrar el ojo y así te sea más fácil mirar a una luz que te voy a decir ahora.
Carla notó un gancho de metal frió que le separaba los párpados y no le dejaba parpadear.
-Bien. Aquí veras una luz roja- dijo el Doctor- ¿La ves?
-Sí- contestó Carla.
-Tienes que mirar todo el rato al centro de la luz roja.
Carla trató de mirar al centro de la mancha roja.
Carla vio pasar unas sombras rápidas que entorpecían por instantes la visión de la luz.

-Ahora te voy a poner un anillo en el ojo y dejarás de ver la luz unos instantes-informó el Doctor.
-Vacío- dijo la voz de hombre joven.
Carla vio que la luz se iba apagando poco a poco formando una espiral de oscuridad hasta que dejó de ver.
Pudo escuchar el ronroneo suave de un motorcito de juguete eléctrico, un pitido y el motorcito otra vez.
-Corte completo- informó la voz joven.

Carla volvió a ver de nuevo la luz roja.
-Por favor, mira al centro de la luz roja- dijo el Doctor.
Track!- sonó la voz de hombre joven.
-Acquaired- dijo una voz dulce grabada de mujer.
-Comienza el tratamiento- dijo el hombre joven.

Carla escuchó un sonido como un ta-ta-ta eléctrico.
-Mira a la luz roja- dijo el Doctor.

-Veinte- dijo el hombre joven.
-Twenty-five per cent done- dijo la voz grabada femenina.
Carla no sabía qué hacer con las manos que tenía encima de su vientre y que abría espasmódicamente de vez en cuando. Sintió unas manos cálidas y suaves que le cogían suavemente y le acariciaban la palma de la mano.
-Cuarenta- dijo la voz de hombre en tono neutro.
Carla estaba concentrada mirando la luz roja. No tenía miedo, estaba esperando a sentir cómo el láser le quemaba el ojo tal y como había soñado la otra noche, pero no sentía nada. En realidad estaba a la expectativa imaginando qué estaría pasando ahí fuera en función de lo que oía.
-Fifty per cent done- dijo la voz femenina.

-Sesenta- informó la voz masculina.
Carla empezó a percibir un olor muy suave un poco desagradable, como a piel de pollo quemada. Debía de ser el láser que olería así.
-Seventy-five per cent done- dijo la voz femenina.
-Mira a la luz roja- recordó distante la voz masculina.

-Noventa- dijo la voz masculina como a la espera de algo.
-Process is completed- dijo la voz femenina
-Fin del tratamiento- dijo la voz de hombre pisando las palabras de la voz femenina grabada.

Carla sintió que le mojaban el ojo con agua y una sombra que le tapaba la imagen de la luz roja.
-Lo has hecho muy bien Carla- dijo el Doctor.- ¿Qué tal estas?
-Bien- dijo Carla sorprendida-¿Ya está?
-Sí- dijo el doctor ufano- ¿A que ha sido fácil? Ahora el otro ojo igual. ¿Seguimos con el otro ojo?
-Sí- dijo Carla que aún no creía que se estuviese operando.

Un minuto y treinta y seis segundos después, el Doctor le dijo a Carla.
-¿Qué tal estás?
-Bien- contestó ella. Se sentía como si aún no hubiesen empezado a operarla, ya que no había sentido nada. ¿Sería posible que ya estuviese operada?- ¿Hemos terminado ya?
-Claro- el Doctor soltó una carcajada simpática- ya no tienes gafas. Te puedes levantar. Ahora te acompañarán a una sala de recuperación y en una hora a casa. Adiós a las gafas.
-Te puedes levantar- dijo la auxiliar- Quédate sentada unos instantes. ¿Te mareas?
-No- contestó ella.
- Puedes abrir los ojos- dijo simpática la voz de hombre joven.
Carla abrió los ojos y se dio cuenta de que veía. Estaba todo un poco borroso, como cuando tienes las gafas sucias, pero podía ver.
No le molestaban nada los ojos y sentía una emoción en el pecho inmensa. No podía creer que todo hubiese sido tan rápido, parecía que no hubiese ocurrido.
-Pasa por aquí- le dijo la auxiliar a Carla.
Carla se dispuso a salir de quirófano. No estaba mareada y podía orientarse mejor que cuando había entrado a quirófano y aún tenía graduación.
-Claudio, a esta chica la reviso yo- dijo la voz de hombre joven.

-¡Tia!- dijo Maia- ¿cómo estás?
-Bien, mejor de lo que esperaba- contestó emocionada Carla- Ya veo.
-He visto tu operación por la tele- dijo Maia con los ojos muy abiertos- ha sido rapidísimo. Parecía un huevo frito azul y no paraba de moverse y había un aro que lo estaba siguiendo todo el rato a donde se moviese.
-Eso es el radar del láser- dijo la auxiliar- Carla, ahora es mejor que te quedes con los ojos cerrados, porque te pueden escocer un poco. En una hora te revisa el optometrista y te puedes ir a casa.

-Carla Rosso- dijo la voz de hombre que había escuchado en el láser-. Acompañadme a mi despacho.

Carla y Maia siguieron al hombre con pijama azul a un cuarto que había al final del pasillo.
Él pulsó una tecla de la pared y la puerta se abrió sola.

-Pasa por aquí- invitó el hombre- Carla siéntate en el sillón azul. Tú puedes sentarte en la silla de la derecha.
Carla y Maia pasaron al gabinete. La puerta se cerró sola.
El hombre se sentó delante de Carla y cogió una parte de la unidad de refracción móvil y lo acercó a Carla.
-Acércate a la mentonera y apoya aquí la barbilla y la frente- dijo amablemente el hombre- No mires directamente a la luz, mira como hacia mi oreja.
Le acercó la luz de una especie de microscopio a los ojos de Carla. Con sus dedos, le ayudó a abrir suavemente los párpados.
-Mira hacia arriba- ordenó con suavidad- perfecto- dijo para sí mismo.

Retiró el microscopio de delante de Carla, respiró hondo y les explicó.
-Muy bien Carla, ha salido todo perfecto. El flap está en su sitio y ahora sólo queda esperar- le miraba con media sonrisa en la cara.
-Vamos a empezar con el tratamiento de gotas. Te vas a poner Tobradex, el colirio del botecito blanco con líneas marrones, cuatro veces al día y el colirio Aquoral, mínimo cuatro veces al día también, dejando pasar un minuto entre ambas gotas. El Aquoral lo puedes utilizar tantas veces al día como desees. No es un medicamento. Cuando te notes los ojos secos o te piquen, te pones Aquoral.

-Para dormir, te vas a poner estos parches en los ojos- cogió un oclusor transparente que había dentro del neceser que entregaba la clínica como cortesía a los operados- Te lo pones delante del ojo- él se lo puso delante de su ojo para explicarle cómo debía hacerlo- y coges esparadrapo de papel- sacó una bobina de esparadrapo del neceser- y haces una x. No hace falta que envases el ojo al vacío ni que hagas una obra de arte- bromeó él- la idea es que no se caiga por la noche. Esto lo hacemos para que no se te olvide que estás operada y te toques los ojitos por la mañana. Porque ahora tienes prohibido tocarte los ojos durante dos meses mínimo. Tampoco te puedes maquillar los ojos en un mes mínimo, ya te avisaremos. El problema es el desmaquillado de la raya, el ¿rimel se dice? y de la sombra de ojos.

-Puedes utilizar la vista con normalidad- prosiguió él- ver la televisión, usar el ordenador…la vista no se desgasta y mañana ya puedes ir a trabajar.
-Hoy es mejor que vayas a casa y pases el día tranquilo, es posible que te molesten un poco los ojos, puedes tomarte un Nolotil o lo que te tomes tú cuando te duela algo- explicó él.
-Mañana por la mañana, te puedes lavar la cara, pero no te mojes los ojitos. Es preferible que humedezcas una toalla o una manopla de baño y te laves así la cara- lo explicaba todo haciendo mímica como si se lavase él la cara- para lavarte los ojos, vas a usar una gasa, la humedeces con suero fisiológico y te retiras las posibles legañas con la gasa. Te puedes duchar, pero te recomiendo que no te laves el pelo y procura que no te entre agua en los ojos. Mañana ya te diré cómo debes lavarte la cabeza.

-Y nada más Carla- dijo él dando un suspiro-Todo ha salido bien y estamos satisfechos. Te vemos mañana a las once de la mañana. Tienes revisión conmigo. ¿Alguna duda?
- Creo que no- dijo Carla.
-Si esta tarde se te ocurre cualquier duda, puedes llamar a la clínica y preguntas por Alberto- Él se puso de pie- vamos, os acompaño a la salida. Ahora es mejor que te pongas las gafas de sol para salir a la calle.
Carla se puso de pie y se quedó delante de la puerta buscando el pomo.
-Espera- sonrió Alberto- tiene truco. Hay que pulsar este interruptor para abrir la puerta.

Alberto las acompañó hasta el ascensor y se despidió de ellas.
-Descansa Carla y enhorabuena, eres una valiente.
-Hasta mañana- se despidió Carla.

Carla y Maia salieron a la calle. Andaron unos pasos y Maia le dijo a Carla.
-Carla tía ¿Sabes quién era ese chico?
-¿Quién?- preguntó Carla.
-Era el chico del Vips que te pagó la cuenta.


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