-Tenía dos
años menos que yo y era cincuenta veces más inteligente. Era también el mejor
en muchos aspectos- dijo Elena.
-Eso es
de El Guardián Entre el Centeno.
-¡Vaya! Yo
lo estoy leyendo ahora.
-¿Y qué tal?
-Un poco
raro, pero me gustan los libros de gente al margen de la sociedad.
-Si te
gusta, te recomiendo Escupiré Sobre Vuestra Tumba de Boris Vian.
Está
ambientado en la misma época más o menos. Un tipo con crítica a la sociedad
moralista americana y con mucho sexo para la época en la que se escribió el
libro. De hecho estuvo prohibido.
-Te invito a
un café.
-Pero si el
de la máquina es gratis.
-Más barato
me sale- los dos rieron-. ¿Cómo lo tomas?
-En vaso de
plástico, sin café, ni azúcar, con agua caliente y bolsita de té
- dijo Elena.
Alberto sonrió.
-Te
acompaño. Probaré ese café a la Elena, pero yo con azúcar.
Yolanda
apareció por recepción
- Alberto, ya hemos terminado. Claudio se
queda de guardia.
-Bueno,
probaré ese café otro día. Me tengo que ir. Ya sabes que al Boss no
le gusta vernos por aquí sin hacer nada. Que te sea leve.
Alberto bajó
en su parada de metro. Tenía la suerte de que la línea coincidía con la de su
trabajo, así que tardaba muy poco en ir a su piso compartido.
Enfrente de
su salida había un McDonalds. Él se dirigió al bar de al lado.
-¿Me pones
un bocata de calamares a la plancha con salsa picante para llevar? Y
una caña mientras espero.
-¿No se
queda a ver el partido jefe?
-Paso Jácome, con Casillas en plan paralotodo, paso.
-A ver cómo
nos organizamos. ¿Quién ha traído coche?
-Yo voy con
Isa y Ariadna, caben dos más, Asun y Yolanda. Claudio…
-He venido
en moto. ¿Entonces para donde tenemos pases?- preguntó Claudio.
-¿Y eso
donde está?- carcajadas generalizadas-. Vale, en Serrano 41.
-Alberto, yo
voy contigo- dijo Elena.
-Venga, así
me dices cómo llegar, que ya me ha costado encontrar el restaurante.
-Id cogiendo
los pases y nos vemos allí- dijo Yolanda.
-¿No serás
una adorable-odiosa Géminis?
Elena sonrió.
-¿Cómo?
Alberto también sonrió.
Alberto también sonrió.
-Por la
música. Primero ese Bodrio y después me pones La Roux, que es de mis
grupos favoritos.
-Claro, si te lo he cogido de la lista del itunes- hubo una pausa- ¿A qué te referías con lo de ¿cómo has dicho?... adorable...¿Géminis?
Alberto sonrió.
-Claro, si te lo he cogido de la lista del itunes- hubo una pausa- ¿A qué te referías con lo de ¿cómo has dicho?... adorable...¿Géminis?
Alberto sonrió.
-Los Géminis
son muy peculiares, haciendo honor a su signo, son en un momento el día,
te prestan toda su atención, los mejores amigos del mundo, no te dejan de
llamar y al siguiente momento, la noche, se olvidan de ti y no sabes si es
que has hecho algo malo y como no te toca estar en su mente en ese
momento, ya puedes llamarles que te ignoran.
-Jajaja- Elena se desternillaba- ¡Pues sí que te caen bien!
-No te equivoques, yo les quiero, sólo tienes que entenderles y aceptarles tal y como son porque valen la pena. Mi mejor amigo, desde que nacimos, nos llevamos tres meses, es Géminis y vale la pena que sea mi amigo, porque en esos momentos en que estás en su vida, son momentos maravillosos y te hace sentir muy especial.
-No te equivoques, yo les quiero, sólo tienes que entenderles y aceptarles tal y como son porque valen la pena. Mi mejor amigo, desde que nacimos, nos llevamos tres meses, es Géminis y vale la pena que sea mi amigo, porque en esos momentos en que estás en su vida, son momentos maravillosos y te hace sentir muy especial.
Los dos
estaban con una sonrisa en los labios.
-Mira, una
novia que tuve era Géminis. Era una chica que te hacía feliz a cada momento.
-Tuviste. Así que había un pero...
-Pero, durante el curso medio vivíamos juntos. Yo sabía que ella tenía un novio en el pueblo. Cuando llegó el verano, se volvió al pueblo. A los quince días de no verla, fui a Tarancón y me encontré con el pastel de que me decía que había decidido volver con su novio porque era su persona de toda la vida y lo nuestro le daba vértigo.
-Tuviste. Así que había un pero...
-Pero, durante el curso medio vivíamos juntos. Yo sabía que ella tenía un novio en el pueblo. Cuando llegó el verano, se volvió al pueblo. A los quince días de no verla, fui a Tarancón y me encontré con el pastel de que me decía que había decidido volver con su novio porque era su persona de toda la vida y lo nuestro le daba vértigo.
-¿Eso te
dijo?- preguntó Elena con cara de asombro.
-No sé ni lo que me dijo. Algo así me parece recordar.
-¿Y aún así dices que te caen bien?- Elena se partía- y tú ¿qué signo eres?
-No sé ni lo que me dijo. Algo así me parece recordar.
-¿Y aún así dices que te caen bien?- Elena se partía- y tú ¿qué signo eres?
-Libra.
-¡Oh!
¡Un comebolas!- le tomó el pelo ella.
-Jajaja, y
que nos comemos mucho la bola también y queremos convencer a los demás.
-¡Muy
argentinos! Yo soy Sagitario. ¿Cuál es tu signo favorito?
-No sé cómo
se supone que son todos los signos, sólo los de la gente que conozco, pero los
Piscis me caen muy bien... y los Sagitario también.
-Serás
pelota. Mi novio es Piscis.
-¿Y qué tal
es?
-Ahora mismo
te quito la razón porque se está portando muy mal con nuestra relación- Elena
dudó en si debía seguir contando. Lo estaba pasando muy bien y no quería
historias serias.
-Trabaja
para Cruzcampo. Empezó de comercial, hizo unos cursos de promoción interna
y lleva tres meses en Zaragoza de subdirector de zona.
-¡Cervecero!
¿Me conseguiría birra gratis? Suena a jefazo.
-Sí. Un poco
jefe sí que es. Y está cambiando a un tipo de persona que no sé si me gusta- se
estaba poniendo triste y eso Elena no iba a permitirlo- en fin.
-Y esto de los
horóscopos ¿Para qué crees tú qué sirve?
-Pues para
hablar de algo mientras vas en el coche, en vez de si hace frío o si llueve,
porque no sé si te has dado cuenta de que estamos perdidos.
-No estamos
perdidos. Mira ahí esta Felipe Varela, un poco más abajo está Gucci y
un poco más adelante a la izquierda es donde hemos quedado.
Aparcar no
les llevó mucho rato. Un jueves noche, en la zona de oficinas, podías tener la
suerte de encontrar sitio sin muchos problemas. Aún así, aparcaron a tres
manzanas de la sala.
La acera no
estaba en sus mejores condiciones y Elena llevaba mucho cuidado
mirando dónde pisaba.
-Cógete a
mi brazo.
-¡Que
caballero!-dijo burlándose de él.
-Cógete anda
que con esos taconazos te vas a matar.
Elena se
cogió al brazo de Alberto. Ahora entendía a su abuela, a ella esto siempre
le había parecido una cursilada de película de los años cincuenta,
pero la verdad es que, con los tacones que se había puesto hoy, iba mucho mejor
y ya iba perdiendo el miedo a matarse.
-Usas armani
manía.
-¿Eres nariz
de plata?- dijo Alberto.
-Trabajé
unos meses en El Corte Inglés en el departamento de perfumes, en Armani y Gloria Van der Bilt. Allí aprendí a
maquillarme.
-Tú eras de
esas que cuando pasas por la planta baja, primero disparan, te empapan de
perfume y luego te dicen ¿Kouros de Yves Saint Laurent?
-No seas
malo, es un trabajo muy duro. Todo el día de pie de punta en blanco y con la
jefa de planta rondando todo el rato para que lo tengas todo ordenado y
soportando a la gente, que somos unos pesados. A ver si te gusta el mío- Elena ladeó
ligeramente la cabeza ofreciendo el cuello a Alberto.
Él se acercó
al lóbulo de Elena e inspiró suavemente.
Un
escalofrío recorrió a Elena de arriba a abajo. Tuvo suerte de estar
cogida al brazo de Alberto o creyó que habría perdido el pie con esos
tacones que se había puesto hoy.
-Me
gusta.
-Es A Scent de Issey Miyake- acertó
a decir Elena con la voz quebrada.
Siguieron
caminando sin decir nada durante unos pasos.
-¿Tú cómo es
que no tienes novia?
-¿A ti quién
te ha dicho que no tengo novia?- contestó él divertido.
Elena se
quedó un poco cortada.
- Era una
forma de preguntártelo.
-¿Tengo
pinta de no tener novia?
Alberto se
dio cuenta de que había sonado muy brusco y que se había puesto, no sabía por
qué, a la defensiva.
-Pues la
verdad es que no tengo novia- y se echó a reír.
A ella le
apareció de nuevo la sonrisa en la cara.
Él dudó
durante unos momentos si contarle su historia. Estaba muy a gusto y no quería
volver a estropearlo.
-Entonces he
acertado, ¿cómo es que no tienes novia?-volvió a preguntar Elena en
broma.
Alberto esbozó
una sonrisa amarga y sintió la necesidad de desahogarse.
-Pues mira.
Hace unos meses que he salido de una relación de años- no sabía si seguir-.
Durante una época de mi vida, no estaba a gusto conmigo mismo. Yo soy muy
impulsivo y eso me llevó a una serie de relaciones intensas pero dolorosas y
decidí cambiar- ya que estaba, iba a continuar. Ella no parecía que se estuviese
asustando, más bien parecía tomarlo un poco a broma-. Así que
busqué una relación convencional, con alguien dulce y buena persona,
pensando que llevando una vida estándar sería feliz.
-Como en las
series de la tele- dijo ella regalándole una sonrisa de complicidad.
Él sonrió,
al menos parece que le comprendía.
-Sí. Una
familia tipo Seven in Heaven.
-No te veo
yo a ti de cura-bromeó Elena.
-Eh, el
color negro es mi favorito.
-¿Porque
adelgaza?
Él no pudo
evitar soltar una carcajada. Alberto era más bien delgado.
-Bueno ¿Y
qué pasó al final?
-Pues que no
puedes auto engañarte durante mucho tiempo. Te vas minando por dentro, porque no
te sientes como tú eres de verdad y haces daño a la otra persona. Así que llega
un día que lo dejas. Cambias de ciudad...
-Y empiezas
a trabajar en la empresa del Boss, donde se trabaja tanto que no da tiempo
ni para pensar-le completó Elena.
Él pensó
que Elena era divertida. En el trabajo siempre estaba seria, bueno en
realidad, todos estaban serios. No había mucho tiempo libre. A él le daba la
impresión de que las demás compañeras le hacían un poco el vacío.
Según Claudio, eso era porque Elena iba maquillada y muy
arreglada todos los días a trabajar y "las tías son muy celosas".
A Alberto, Elena le parecía guapa. Tenía unos ojos negros
ligeramente exóticos, muy a lo Nuria Roca y la cara plana con una nariz pequeña
y un poco infantil. A parte de eso, el ir siempre con modelitos, probablemente de Zara,
pero modelitos, la hacían más atractiva. A él en particular, no le
importaba mucho si ella iba con la última falda o con los estupendos pantalones
de vestir que llevaba hoy o en vaqueros de tiro largo. Lo que le estaba
gustando de ella era lo inteligente y viva que parecía.
-¡Eh! ¿Dónde
habéis aparcado?
-¿Qué?
-¡Nosotros
al lado de Recoletos!
-¿Qué?- Allí estaban todos y todas ya- Voy a pedir a la barra ¿Queréis algo?- ofreció
Alberto.
-¡Si dices
el nombre del Boss, las copas son gratis!- le dijo Claudio.
Dos copas
después ya estaban todos haciendo el indio en una parte de la sala con los
acordes de Enrique Iglesias.
Elena le
dijo a Alberto.
-Te invito a
un chupito.
-Se te ha
pegado lo de invitar gratis.
Elena soltó
una carcajada.
-Venga vamos
a la barra.
-La verdad
es que para lo mala que ha sido la cena, por lo menos la fiesta está
bien- comentó él.
Durante un
momento no sabían que decirse.
"You're the dust and I'm the rain..."
Refugees atronaba
en la sala. Elena elevó el tono de voz por encima del ambiente.
-¿Cómo se llamaba el libro que me comentaste el otro día?
Acercándose al hombro de Elena, Alberto contestó.
-¿Cómo se llamaba el libro que me comentaste el otro día?
Acercándose al hombro de Elena, Alberto contestó.
-¿Qué?
-El libro que me comentaste, el de Boris Noseque- dijo Elena más cerca de él.
-Escupiré Sobre Vuestra Tumba.
-¿Te apetece que vayamos a tu casa y leemos los fragmentos que creas que me puedan gustar?
-El libro que me comentaste, el de Boris Noseque- dijo Elena más cerca de él.
-Escupiré Sobre Vuestra Tumba.
-¿Te apetece que vayamos a tu casa y leemos los fragmentos que creas que me puedan gustar?
Alberto hizo una pausa de un segundo. Estaba seguro de lo que le había dicho, pero Elena era muy bromista y con la música tan alta, no podía interpretar su tono de voz ni el sentido de lo que le estaba proponiendo.
Como
siempre, le miró a los ojos y volvió a acercarse a ella.
-Es un libro muy complejo. No es de los que se pueda leer en una sola noche y al día siguiente te olvidas de él. O al menos yo no me lo tomaría de esa manera.
Elena puso su mano en el hombro de Alberto, se acercó a su cabeza y le dijo al oído
-Es un libro muy complejo. No es de los que se pueda leer en una sola noche y al día siguiente te olvidas de él. O al menos yo no me lo tomaría de esa manera.
Elena puso su mano en el hombro de Alberto, se acercó a su cabeza y le dijo al oído
- Si no
fuese así, no querría leerlo.
Refugees seguía.
Refugees seguía.
" Don't say there's nothing between
us..."
Se hizo un
silencio de unos segundos entre ellos. Alberto cogió
a Elena de la mano.
Empezaron a avanzar entre la multitud, él abriéndole paso a ella. Al pasar
junto a un pilar del local, dejó la copa a medias que aún llevaba en la mano
que no le unía a ella y siguió avanzando en dirección al guardarropa.
Elena se dejaba llevar en un avance lento, que se le hacía eterno entre el gentío. No pensaba en nada, sólo quería que todo el mundo se apartase de su camino y que esa mano cálida y firme que le guiaba por la jungla de la noche, no le soltase y le llevase lejos de todo aquello.
-Los abrigos por favor.
Mientras esperaban a que la chica del guarda buscase sus cosas, no se soltaron de la mano. Ya no había ramas ni árboles por los que dejarse llevar, pero no les importaba.
Elena se dejaba llevar en un avance lento, que se le hacía eterno entre el gentío. No pensaba en nada, sólo quería que todo el mundo se apartase de su camino y que esa mano cálida y firme que le guiaba por la jungla de la noche, no le soltase y le llevase lejos de todo aquello.
-Los abrigos por favor.
Mientras esperaban a que la chica del guarda buscase sus cosas, no se soltaron de la mano. Ya no había ramas ni árboles por los que dejarse llevar, pero no les importaba.
Salieron del local dejando atrás la música de Alphaville.
" ..Do you really want to live forever..."
*Si quieres
saber más de Alberto y Elena pincha aquí
BSO de la
noche de Alberto y Elena:
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